Itsas semeak (Hijos del mar)

El proyecto trata de recupera la memoria histórica del trabajo realizado por los hombres y las mujeres de la mar para dignificar nuestro modo de vida y conseguir que las nuevas generaciones se incorporen al sector pesquero vasco. Para ello imprime el libro Itxas Semeak y se coloca en Getaria una escultura conmemorativa en homenaje a todas aquellas personas que han perdido la vida en la mar.

ITSAS SEMEAK se plantea como un recorrido por la memoria humana y cultural de nuestra tradición pesquera singularizada en sus grandes protagonistas, los arrantzales. Euskal-Herria entra en la historia mirando al mar, forja su fortuna largando remos y velas desde el Cantábrico hasta Terranova. Junto con esas ballenas que blasonan tantas de nuestras villas marineras, nos singularizamos por la pesca del atún y el bacalao, como por la de la anchoa y la sardina. A medida que las txalupa-haundiak cedían su imperio al vapor, luego al motor, sobre esa actividad incesante florecieron puertos y astille ros, lonjas y cofradías. También una forma de vida que no puede caer en el olvido. Hoy, en estos tiempos marcados por la globalización, por otras maneras de entender y practicar la pesca, planteamos recuperar la que nos definió y aún nos define por medio de un acercamiento directo, gráfico y testimonial, a esos puertos que fueron la cuna de nuestros hijos del mar. Se han seleccionado los que consideran más relevantes. Por la parte de Iparalde, los de Ziburu y Donibane-Lohitzun. Ya en Gipuzkoa, los de Hondarribia, Pasaia, Donostia, Orio, Getaria, Zumaia y Mutriku. En cuanto a Bizkaia, los de Ondarru, Lekeitio, Bermeo y Santurtzi. Hablan por ellos quienes los habitaron y humanizaron, otorgándoles todo su sentido. Esos arrantzales más que veteranos, los de la última generación, cuyo legado imperecedero, sus ritos y costumbres, su mentalidad y su leyenda, forman parte esencial de nuestra historia. Patrones y pescadores que faenaron en el Kantil o en el Gran Sol, maestresas que pautaron la venta de sus estibas, sardineras que perfilaron la estampa más genuina de nuestros muelles. A la manera de esas redes que tantas mujeres restañaban en tierra y sus hombres largaban al mar, hemos tejido la nuestra yendo a buscarla de primera mano, en sus propias voces. El resultado es este aparejo de vivencias trabado de imágenes y testimonios excepcionales. Un relato coral donde cada rostro revela una continuidad de vida y experiencia, de tradición y sentido.