
Como todos sabemos, la pandemia mundial del coronavirus, COVID-19, plantea serios desafíos para muchos sectores, pero está afectando particularmente a la pesca y la acuicultura. Las flotas pesqueras en muchos países de la UE están atracadas o tienen una actividad reducida a medida que la demanda de pescado fresco y mariscos cae en picado. Los consumidores compran cada vez menos pescado fresco, los restaurantes están cerrados, las pescaderías y las subastas de pescado también están cerrando. Las empresas acuícolas se enfrentan a problemas de mercado similares, lo que significa que tienen que encontrar formas de mantener vivas sus reservas e incurrir en costos posteriores más altos (especialmente en términos de alimentación y mano de obra) mientras no ingresan ingresos.